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Jubileo de los Jóvenes en Roma

Del 28 de julio al 3 de agosto, un grupo de 29 janerianos, entre religiosas y laicos, procedentes de los diferentes países donde está presente el carisma de Ana María Janer, vivimos una hermosa aventura: participar del Jubileo de los Jóvenes en la ciudad eterna, Roma, bajo el lema “Peregrinos de esperanza”. Un Jubileo que fue convocado por nuestro querido Papa Francisco.

 

Y es que la aventura empezó ya con el viaje, pues nos desplazamos desde la ciudad de Rubí (Barcelona) hasta Roma en autocar. Un viaje de más de 10 horas de duración donde, entre sueño y sueño, pudimos contemplar el bello paisaje que nos acompañó durante todo el recorrido.

 

Una vez en Roma, nos ubicamos en la casa de los Misioneros Combonianos y, tras dejar nuestros equipajes, tomar un poco de aire y colocarnos nuestra mochila del peregrino, empezamos nuestra excursión.

 

Fueron cinco días intensos, llenos de emociones, donde nos pudimos acercar a lugares y rincones de Roma llenos de encanto y también dejarnos empapar por su arte y cultura.

 

Nuestro día iniciaba a las 7h de la mañana con la celebración de la Eucaristía en la iglesia de la casa de los Misioneros; a continuación, el desayuno, y a partir de ahí, ¡a caminar se ha dicho! Hasta que regresábamos por la tarde-noche de nuevo a nuestro hogar por esos días.

 

Roma era un hervidero de juventud y alegría por sus calles, el metro, el autobús… Allá donde mirabas, veías banderas de multitud de países, pero si agudizabas la vista, veías jóvenes llenos de vida, de entusiasmo… y de fe, mucha fe, en Aquel que nos había convocado a todos allí: Jesús.

 

Nuestro grupo, con la bandera de Familia Janeriana a la cabeza, derrochaba alegría, mucha alegría. El día fuerte, el más emocionante, yo diría que fue, sin duda, la Vigilia de Oración con el Papa León XIV en Tor Vergata. Llegamos al sitio ya por la mañana, pues había que tener lugar para pasar la noche. Nos reunimos allí más de un millón de personas, todas esperando la llegada de la noche para recibir con cantos y aclamaciones a nuestro querido Papa. Allí nos sentimos un poco a la intemperie. Yo me imaginaba a Jesús con sus discípulos, cuando estaban en despoblado, y sin saber bien dónde se podrían alojar. Pero el ambiente y el clima eran de auténtica hermandad y fraternidad.

 

Y, por fin, con el ruido de un helicóptero, llegó él: León XIV, y en su papamóvil descubierto recorrió todos los pasillos y caminos habilitados para poder saludar a todos los que estábamos allá, esperándolo. El momento de la Vigilia fue muy especial y lleno de Dios. Y bueno… la madrugada nos sorprendió con la lluvia, pero ¿qué podíamos hacer? Nada más que seguir durmiendo hasta el amanecer. Y por la mañana, la Eucaristía, presidida de nuevo por el Papa, donde pudimos llenarnos con sus palabras llenas de esperanza. Y con ella, poníamos punto y final a la gran y hermosa experiencia del Jubileo.


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Ahora tocaba recoger lo material: maleta, mochila, etc. pero también recoger en el corazón todo lo vivido para poderlo llevar a nuestros lugares de origen.

 

El viaje de regreso a España, la tarde del 3 de agosto, fue también en autocar; otras 12-13 horas de viaje con pequeñas paradas para poder estirar las piernas un poco y tomar aire fresco. Pero volvíamos distintos, en muchos aspectos: llenos de emoción, de agradecimiento, de esperanza… ¡Teníamos mucho que compartir! En Rubí, nos esperaban con ilusión. Allí llegamos la mañana del 4 de agosto.

 

Podría seguir explicando sobre esta hermosa experiencia, pero entonces este escrito sería inacabable. Por eso, os dejo aquí un resumen en imágenes para que os podáis hacer una idea de todo lo que vivimos a lo largo de esos días.

 

¡Gracias, Padre, por haberme permitido vivir esta hermosa experiencia!

 

Blanca Pérez de la Fuente

Hermana de la Sagrada Familia de Urgell

 
 
 

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